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“Es en la supervivencia del medio natural donde radica nuestro propio futuro”

Entrevista a Roberto García-Roa, doctor en Biología, investigador científico y fotógrafo de conservación e historia natural

© Roberto García-Roa vía Sonda Internacional

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Periodismo visual sobre la crisis climática

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Por Júlia Cussó

30 agosto 2023

Todo el mundo le decía que eran “bichos feos”, pero Roberto García-Roa ha sentido desde pequeño fascinación por aquellos grupos de animales que sufren un estigma por parte del gran público. Se doctoró en Biología y se especializó en la ecología, evolución y la conservación del reino animal. La pasión por su trabajo le llevó a viajar por diferentes lugares del mundo y a documentar la complejidad del medio natural. Fue después de varios viajes a América Latina cuando se dio cuenta de que quería comunicar todo lo que estaba aprendiendo y decidió fusionar la ciencia y la fotografía para transmitir la riqueza natural que alberga nuestro planeta. 

Ha sido galardonado con múltiples premios, sus imágenes han sido expuestas alrededor del mundo y sus trabajos difundidos por numerosos medios de comunicación. El último, sobre la lagartija pitiusa, ha sido recientemente publicado en la edición impresa de la revista National Geographic con el título de “Las mil sendas del color”

Hablamos con Roberto García-Roa sobre su trabajo para descubrir, entre otras muchas cosas, qué es la fotografía de conservación, la relación entre ciencia, sociedad y naturaleza, el estigma que sufren algunos grupos animales y las amenazas que afrontan algunas especies como los chimpancés.

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Roberto García-Roa toma una fotografía en la selva de Tambopata, Perú, 2021. © Gerard Carbonell.

Eres doctor en Biología, investigador científico y fotógrafo especializado en proyectos de conservación e historia natural. ¿En qué momento decidiste convertirte en fotógrafo y por qué?

Empezó cuando yo era estudiante de Biología. Entonces hice un par de estancias en Nicaragua y en Uruguay, y me di cuenta de que quería enseñar a la gente de mi alrededor todo lo que estaba viviendo. Mi fotografía era horrible y traté de mejorarla para poder transmitirles de una manera más exacta todas mis experiencias. Fue en 2015 cuando me percaté de que como fotógrafo podía llegar a un público muy amplio: como investigadores solemos publicar artículos destinados a la comunidad científica y su comprensión no es sencilla para la mayoría de la gente; en cambio, la fotografía sí puede llegar más fácilmente al público en general. La gente va a comprender rápidamente el mensaje de una imagen en la que vemos un águila electrocutada o de una gaviota con un anzuelo en el pico. Van a entender que hay un problema de conservación.

¿Qué es la fotografía de conservación? ¿Cómo la defines?

Es un tema complejo. La International League of Conservation Photographers (ILCP) dice que la fotografía de conservación es aquella que busca generar un cambio en favor del medio natural. Tenemos la fotografía de naturaleza, que describe mediante imágenes un evento natural, un ecosistema o una especie. Luego tendríamos el fotoperiodismo, que trata de mostrar una situación —a menudo de actualidad— desde una posición objetiva. Y luego está la fotografía de conservación, que se aleja de esa posición objetiva para mostrar un problema de conservación con la intención de generar una respuesta en quien observa la fotografía.

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Fotografía de un zorro atropellado, tomada en una carretera comarcal a las afueras de Valencia, España, en 2021. Hay quien dice que no hay mayor soledad que fallecer en un lugar en el que te sientes extraño. Un pensamiento que vino a mi cabeza al encontrar a este zorro atropellado. Adaptados durante cientos de miles de años a un entorno natural, la incipiente urbanización de sus ecosistemas provoca la muerte de millones de animales en las carreteras españolas todos los años. Un entorno para el que no están preparados –un ecosistema que no es el suyo. Esta fotografía forma parte de una selección de imágenes que durante los últimos años he tomado con el objetivo de mostrar el efecto que la expansión del ser humano tiene en entornos naturales. © Roberto García-Roa

En Sonda Internacional nos dedicamos al periodismo visual sobre la crisis climática y somos muy conscientes de lo difícil que es explicar problemáticas complejas, en imágenes y sin caer en piezas largas y densas. Todo esto es un reto al que tú te enfrentas a diario. ¿Logras transmitir el conocimiento adquirido en tus investigaciones a través de tu fotografía y el trabajo que publicas? ¿Cuáles son los retos que debes resolver en este proceso?

Muchas veces es complicado. Pueden existir temas muy complejos en donde las causas a desgranar son “invisibles”. Con el problema de los plásticos en los océanos, cuando hablamos de bolsas, bien, pero cuando hablamos de microplásticos no es tan sencillo [mostrarlos en imágenes]. Y aquí está el reto del fotógrafo: cómo mostrar al público todas estas problemáticas. En mi caso, normalmente estos factores suelen ser más evidentes, pero sí que es verdad que parte de mis investigaciones son bastante complicadas de traducir en imágenes. ¿Cómo mostrar que la temperatura está afectando al comportamiento comunicativo de algunos animales? Es difícil abordarlo de manera visual. 

Por ejemplo, el proyecto que hice en la Antártida con National Geographic (en el que colaboramos con un grupo de investigadores de Greenpeace que buscaban describir y proteger la biodiversidad del lecho antártico) fue relativamente sencillo de preparar, pues las muestras extraídas se podían fotografiar. Pero ¿cómo fotografías el deshielo de los icebergs? En una campaña de 20 días es complicado. Ahí está el reto como fotógrafo, y la creatividad es nuestra mejor aliada.

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Imagen del barco RS Karpuj, lancha del Instituto Antártico Chileno enfocada a la investigación científica. Foto tomada durante la expedición con National Geographic para documentar el trabajo de investigación realizado por Greenpeace para describir la biodiversidad del lecho marino antártico. Antártida, 2022. © Roberto García-Roa

En tu página web dices que tu trabajo consiste, entre otras cosas, en crear un atractivo y fuerte vínculo entre la ciencia y la naturaleza, ¿Cómo ves esta relación a día de hoy?

Para mí lo más importante es generar un vínculo entre la naturaleza, el público, la ciencia y la fotografía. A veces, unir todos estos elementos es muy complicado. A menudo desde la ciencia no se contempla la fotografía como una aliada, cuando realmente desde el inicio —incluso antes de que existiera la fotografía— el enseñar lo que los científicos estábamos descubriendo o estudiando ha sido una norma general. Los exploradores y naturalistas, después de sus grandes expediciones, volvían con detalladas ilustraciones para mostrar qué habían descubierto. Yo creo que la ciencia —como base de creación de conocimiento— y la fotografía —como forma de compartir ese conocimiento— son las mejores formas que tenemos para entender el mundo natural, y dos de las mejores vías para crear ese vínculo entre la sociedad y la naturaleza. Tú nunca vas a defender o proteger nada que no entiendas o que no hayas visto, porque te va a costar mucho más empatizar con ello. Si quieres defender algo, si quieres proteger algo, necesitas verlo y entenderlo.

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Fotografía de un grupo de avispas (Chrysocharis spp.) tomada en los alrededores del Parque Natural del Montseny, España, en 2021. Se tiende a pensar que son los lugares tropicales y escondidos los que acogen los grandes misterios del reino animal. Sin embargo, estos enigmas pueden encontrarse también en áreas cercanas a las grandes urbes. Por ejemplo, el motivo de la descomunal agregación de las pequeñas avispas del género Chrysocharis en algunos parches de vegetación del Parque Natural del Montseny sigue sin esclarecerse. Quizás con motivos reproductivos o para una eficiente termorregulación, lo que hay detrás de esta fascinante agrupación es aún desconocido. Esta fotografía pertenece al proyecto “La otra fauna”. Una serie de imágenes que muestra la belleza y el comportamiento de grupos animales habitualmente denostados por gran parte del público. © Roberto García-Roa

¿Y entre la sociedad y la naturaleza? Con todo lo que sabemos, ¿estamos más conectados o cada vez más lejos?

Supongo que depende de a quién le preguntes y de la región en cuestión. Creo que, en general, se está perdiendo cada vez más ese vínculo con la naturaleza. Esto a pesar de que cada vez tenemos más información sobre ella. Si miramos cualquiera de los programas electorales de las últimas elecciones en España, el estudio y conservación de la naturaleza ocupaba un espacio muy pequeño o directamente no aparecía. Cuando esto es así, te das cuenta de que estamos cada vez más desvinculados del medio natural; o eso pretendemos: nunca nos vamos a poder desvincular del todo. Somos parte de este planeta y es en la supervivencia del medio natural donde radica nuestro propio futuro.

¿Crees que estamos contando bien la crisis climática desde el periodismo visual, el fotoperiodismo, la fotografía documental…? ¿Cuáles crees que son los principales retos a resolver en este sentido?

Yo en este sentido soy un poco pesimista. Creo que a día de hoy muchos de los medios con los que deberíamos poder contar para explicar este tipo de cuestiones están presionados por el número de visitas a la web, el volumen de compras de la revista física, el número de seguidores… Es verdad que hay determinadas cuestiones que a lo mejor tienen menos tirón o van a atraer mucho menos público que otras. Sin embargo, son los indicadores anteriormente mencionados los que provocan que en vez de centrarse en mostrar temas interesantísimos sobre el medio natural y su conservación, algunos medios acaben optando por ofrecer su espacio a imágenes e historias de animales de reconocido carisma —mascotas, por ejemplo— tratadas de una manera muy infantil y para mi gusto poco didáctica. Esta seguramente sea una vía sencilla y rápida de alimentar el algoritmo para generar nuevas visitas y seguidores. 

Sí que hay otros medios con una seriedad, tanto implícita como explícita, que buscan crear un contenido de calidad para mostrar la situación de emergencia medioambiental en la que nos encontramos. Pero sí que parece claro que el espacio y el presupuesto para  explicar temas complejos de corte medioambiental o no existe o es muy limitado.

Además, las problemáticas asociadas a la crisis climática no pueden documentarse fotográficamente en cinco días de trabajo. Pues bueno, cuando se junta todo esto —no hay espacio, no hay tiempo y no hay dinero— la explicación de un tema desde luego acaba no siendo la adecuada.

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Fotografía de la serpiente verrugosa (Lachesis muta) tomada en la selva de Tambopata, Perú, 2021. Lachesis representa en la mitología griega una de las tres muertes: decide cuánto ha de vivir cada persona. Sin duda, el género Lachesis es el grupo de serpientes más temido en Sudamérica. Al oír aquella algarabía, Chiki fue a ver qué pasaba. Pero llegó tarde, la serpiente ya había sido ejecutada. Antaño cazador, Chiki colabora en la actualidad en proyectos de conservación que buscan visibilizar la importancia de las serpientes para la selva peruana. Esta fotografía pertenece a un proyecto de largo recorrido en el que documento las diferentes interacciones del ser humano y las serpientes, posiblemente el grupo de vertebrados más temido por nuestra especie. © Roberto García-Roa

“La otra fauna”

Uno de tus principales trabajos es sobre lo que tú llamas ‘bichos feos’. ¿En qué consiste?

«La otra fauna» es un proyecto a largo plazo, básicamente porque crecí en él, ya sin saberlo, y seguramente muera con él. Se basa en mostrar todos esos animales que desde pequeño me fascinaban pero que la gente solía denostar; esos que las personas de mi alrededor definían como “bichos feos”. Estamos hablando de arañas, insectos, ranas, sapos, serpientes, lagartos, etc. Grupos de animales a los que la sociedad repudia o por los que siente miedo. Si no se tiene en cuenta a estos animales dentro del imaginario colectivo, ¿crees que se les dará espacio en proyectos de conservación? Es en este proyecto donde trato de mostrar, utilizando mi fotografía, lo fascinante que yo encuentro en estos animales.

Cuando muestro las fotografías de estos “bichos feos”, a menudo consigo crear en la gente curiosidad e incluso atracción por ellos. Esto puede llegar a inspirar conversaciones con la familia, amigos, compañeros de trabajo, que ayuden a reducir el estigma que acarrean. Si echamos un vistazo a los concursos de fotografía o a los medios de comunicación, las imágenes protagonistas —por ejemplo, en portadas— suelen ser mamíferos o aves, animales con los que es fácil empatizar. Yo creo que hay que luchar por dar más espacio a estos “bichos feos” y cambiar la percepción que tenemos sobre ellos.

¿Cuál es el proceso que sigues para fotografíar animales tan pequeños? ¿Lo haces siempre en su hábitat o también trabajas en estudio?

El proceso ha ido variando a lo largo de los años. También depende un poco de cada proyecto. Uno de los aspectos que más me gusta de los insectos es que puedes captar comportamientos como cópulas, depredación o mudas, algo que no es tan fácil de hacer con aves o con mamíferos. Cuando voy a la selva, me gusta fotografiarlos en el mismo lugar en donde los encuentro. Pero depende del proyecto. Hay proyectos que muestran estos animales ante un fondo blanco; entonces inevitablemente se tienen que coger, poner con un fondo y sacar las fotos. Esto suele ser más utilizado para guías o para páginas web. En mi caso, con los artrópodos (insectos, arácnidos, miriápodos, etc.) siempre trato de que sea en el sitio, sin molestarlos demasiado, para no interrumpir la escena que tengo delante. Además, son muy agradecidos: a muchos de ellos les da igual tu presencia, van a seguir copulando, o comiendo… La verdad es que permiten mucho más margen de movimiento que otros animales.

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Retrato de una cópula de mosca doméstica (Musca domestica) tomado en Bétera, Comunidad Valenciana, España, en 2022. Habituales huéspedes de nuestras casas durante las épocas más cálidas del año, la mosca doméstica es uno de esos insectos cuyo atractivo solo puede ser apreciado gracias a la macrofotografía. El marco de la puerta de mi baño fue el escenario perfecto para mostrar el por qué encuentro interesante, incluso bello, a este grupo tan desprestigiado de animales. Esta fotografía pertenece al proyecto “La otra fauna”. Una serie de imágenes que muestra la belleza y el comportamiento de grupos animales habitualmente denostados por gran parte del público. © Roberto García-Roa

¿Qué retos se te plantean como científico y fotógrafo a la hora de explicar esta peculiar fauna a la sociedad?

El principal es encontrar medios de comunicación que quieran mostrar este tipo de animales. Cada vez está cambiando más la tendencia, pero inevitablemente, si tenemos una gran parte de nuestra sociedad a la que le dan miedo o asco las arañas, es más probable que esos sentimientos también se den en algunos editores de medios generalistas. Si tú le presentas a un editor un reportaje fotográfico sobre arañas, puede ser profesional y tratar de aislarse de ese sentimiento, pero inconscientemente podría llegar a tener ese sesgo, o pensar en que ese sesgo puedan tenerlo sus lectores. Está demostrado científicamente que empatizamos más con aquellos organismos que se parecen a nosotros, que están más cerca de nuestra especie en el árbol de la vida. Por tanto, si no trabajamos por cambiar la percepción general que tenemos sobre las serpientes, las arañas o los sapos —por nombrar a algunos—, para el público seguirá siendo mucho más atractivo ver un reportaje de un oso polar o un gorila que de una araña en una selva ecuatoriana. El reto principal es transferir todas esas cualidades positivas que vemos en estos animales denostados a la sociedad a través de los medios de comunicación.

Ya sabes que en Sonda siempre queremos saber más sobre la relación entre ser humano y entorno y sobre causas y consecuencias de la crisis climática. ¿Cómo está afectando el cambio climático a los insectos sobre los que trabajas?

De muchas maneras. Hay estudios que dicen que hay un declive claro de los artrópodos, y más en concreto de los insectos, en muchos lugares del planeta. Las causas que hay detrás de todo esto son la deforestación y la pérdida de hábitats —algo que afecta no sólo a los artrópodos, sino a la fauna y flora en general—, la alteración del hábitat, la variación de las temperaturas, el aumento de los pesticidas…. Son muchos los factores que sabemos que están ahí, pero como sociedad nos cuesta tomar decisiones que puedan contrarrestarlos eficazmente.

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Composición fotográfica de algunas de las diferentes variedades de color existentes en la lagartija balear Podarcis pityusensis; Islas Baleares, España, 2022. © Roberto García-Roa

SOS Pitiüsensis

Otro de tus proyectos es sobre lagartijas en Baleares. ¿Cómo surgió el proyecto SOS Pitiüsensis?

Surgió porque tenía colegas científicos que estaban investigando la lagartija Podarcis pityusensis y la especie me llamó mucho la atención. En 2021 estuve en Formentera tomando algunas fotografías [de esta especie] y sin duda esto me animó como científico para solicitar un proyecto europeo con el que tratar de estudiar las razones por las que existe una variedad tan espectacular de colores en esta especie. Claro, sabemos que los animales pueden variar en su coloración, pero lo curioso de esta lagartija es que podemos encontrar una variedad cromática sorprendentemente grande: hay poblaciones negras, azules o azules y negras, naranjas o naranjas y verdes, o de color marrón muy claro. 

Me concedieron un proyecto europeo Marie Skłodowska-Curie en la Universidad de Lund [en Suecia] y no podía estudiar esta especie sin darle un enfoque también de conservación, dada su situación. En las islas, tanto en Ibiza como Formentera, han sido introducidas especies exóticas de serpientes provenientes de la Península Ibérica a través del comercio de olivos. Estas serpientes, que no tienen un enemigo natural en las islas, se empezaron a expandir de forma muy rápida y esto ha producido un gran problema de conservación, ya que se alimentan de las lagartijas. Es una situación crucial: en cuestión de unos años en Ibiza prácticamente han desaparecido las lagartijas desde el centro hacia el norte de la isla. Si esto está ocurriendo en Ibiza, que es la isla principal, ¿qué es lo que podría ocurrir si esas serpientes llegan a cada uno de los más de 30 islotes que rodean Ibiza y Formentera? En cada uno de estos islotes se puede encontrar una población con una coloración diferente, y a menudo única. El miedo es que las serpientes lleguen a estos islotes, ya que estaríamos perdiendo un trozo de la historia de estas lagartijas y, con ello, la posibilidad de entender cómo y por qué evoluciona el color en el reino animal. Se une la perspectiva de generar conocimiento —¿por qué esa diversidad de color?— con la de conservación —¿qué es lo que está ocurriendo?—.

¿Cómo lo estás realizando y cuáles son los objetivos del proyecto?

La fotografía no solo sirve para mostrar algo, sino también para generar conocimiento. Lo que estamos haciendo es visitar cada uno de estos islotes, y tomar fotografías de una manera muy concreta, fotografía estrictamente científica. Utilizamos cámaras adaptadas para generar fotografías en el espectro ultravioleta [invisible para el ser humano, pero crucial en la comunicación de los reptiles y otros animales], y lo que estamos haciendo es caracterizar cada una de estas poblaciones. Una vez que tengamos esto, con la genética de estos animales crearemos el árbol filogenético de la especie. Vamos a tratar de descifrar la evolución del color a través de la historia evolutiva de esta lagartija. De esta manera podremos saber, por ejemplo, si las coloraciones más oscuras son las antecesoras de las demás, cómo ha ido cambiando el color a lo largo de la historia, si el clima ha afectado o si la diferencia de tamaño entre machos y hembras ha tenido algo que ver en cómo se ha seleccionado evolutivamente el color en esta especie. Se trata de caracterizar fotográficamente cada una de las poblaciones en los distintos islotes y luego introducir en los análisis los diferentes factores para averiguar qué es lo que hay detrás.

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Imagen de un mandril macho en libertad tomada en el bosque de la Fundación Lekedi por la Biodiversidad (Lékédi Biodiversité); Moanda, Gabón, 2023. © Roberto García-Roa

Proyecto Grandes Primates

También trabajas con grandes primates. Acabas de volver de un viaje a Camerún y Gabón y el año pasado estuviste en Guinea para trabajar en un centro de conservación de chimpancés, pero hace años que trabajas documentando estos animales. ¿Cómo surgió el trabajar con primates?

El proyecto con los grandes primates empezó hace casi tres años en lo que se refiere a documentación. El año pasado fue el primero en el que se materializó el proyecto en campo, con el santuario Chimpanzee Conservation Center (CCC), en la República de Guinea. Fue mi primer contacto con estos animales en santuarios. Buscaba el enfoque de fotografía de conservación; no el de retratar la especie en sí, sino mostrar cómo el ser humano interactúa en la conservación de esta especie tanto de manera positiva como negativa. Este año he seguido con el proyecto en Camerún y Gabón. 

Es fundamental, tanto para la gente que empieza en la fotografía como incluso para la gente fuera del mundillo, entender que detrás de estos proyectos no sólo está el trabajo en campo, sino el trabajo previo de documentación. No debes abordar un proyecto de estas características sin haber estudiado ni haberte informado, preguntado o analizado las diferentes opciones que vas a tener en el terreno. Por ejemplo, en mi primer viaje, que fue a Guinea, estuve casi dos años hablando con gente del Chimpanzee Conservation Center sobre cómo podíamos optimizar mi visita allí para mostrar todo lo que queríamos.

¿Cuál es el objetivo de este proyecto?

Mostrar al público la necesidad de conservar los primates, ya que a día de hoy casi el 60% de las especies tiene alguna categoría de amenaza. Los grandes primates, en concreto, son nuestros parientes más cercanos en el árbol de la vida, y los estamos perdiendo. En esta última década, escuchamos tanto las palabras ‘peligro de extinción’ que están perdiendo su sentido. No le damos importancia a que una especie que ha tardado millones de años en evolucionar pueda desaparecer en tan solo 50 años. Todas las especies son importantes, desde luego, pero los grandes primates en particular son una parte de nuestra propia historia. Lo que pretendo es dar visibilidad a esta situación para tratar de generar un cambio, tanto a nivel local como global. 

Ese es el gran objetivo: encontrar las herramientas visuales y de narrativa para hacer entender a la gente lo que ocurre, cuáles son las consecuencias de nuestros actos en los ecosistemas y cómo eso se traduce en el sufrimiento de estas especies.

En esta última década, escuchamos tanto las palabras ‘peligro de extinción’ que están perdiendo su sentido.

¿Cuál es el estado actual de la especie?

Ahora mismo hay cuatro subespecies dentro de la especie, y las cuatro están en peligro de extinción. Una de ellas, el chimpancé occidental —que es la que el Chimpanzee Conservation Center en Guinea se dedica a proteger—, está en peligro crítico de extinción. El futuro de los chimpancés es bastante oscuro. A principios del siglo XX había cerca de un millón de chimpancés, y a día de hoy son alrededor de 250.000. Por eso es muy importante el trabajo del Chimpanzee Conservation Center (CCC) o de la Pan African Sanctuary Alliance (PASA), la organización que gestiona todos estos santuarios en África para proteger a los grandes primates. Por eso decía que la fotografía de conservación no solo es mostrar el aspecto negativo, sino por ejemplo este aspecto positivo. El hecho de enseñar que personas de diferentes lugares del mundo, en este caso de África, se están dejando la vida y su día a día para luchar por estos animales me inspiró para seguir este proyecto. Esta gente pasa totalmente desapercibida, y esto me inspiró a fotografiar su labor y mostrársela al mundo. 

¿Cuáles son las principales amenazas que afronta el chimpancé?

La deforestación, entendida como la alteración de los hábitats, y el furtivismo, es decir, la caza para la obtención de carne de animales salvajes. Respecto a esto último, tenemos que ser conscientes de que el tráfico ilegal de especies es uno de los negocios que más dinero genera en todo el mundo, alrededor de 15.000 millones  de euros al año. Esto también afecta a los chimpancés, ya que la adquisición y el consumo de su carne se asocia al estatus social del comprador, simplemente porque se trata de una carne cara y prohibida. Desgraciadamente, tener en tu mesa carne de serpiente, de pangolín o de chimpancé parece darte un mayor estatus social. Y esta problemática no solo ocurre en África, Asia o Sudamérica, sino que también se importa carne (aunque en menor medida) en algunas zonas, por ejemplo, de Europa. Esto lo convierte en un problema muy difícil de solventar.

El santuario Chimpanzee Conservation Center tiene algo muy particular: es el único santuario en el mundo que se dedica a rescatar chimpancés y que además tiene un programa de liberación en sus hábitats naturales. Otros santuarios rescatan chimpancés y los liberan en zonas naturalizadas o cercadas de tal manera que están en la naturaleza, pero de manera controlada; sin embargo, el CCC lo hace en el ecosistema natural del chimpancé. 

Cuando estuve colaborando con esta institución me llamó mucho la atención no solo que cada vez tienen más chimpancés [acogidos en el centro], sino que el proyecto de liberación está sufriendo mucho para seguir avanzando: cada vez es más complicado encontrar hábitats naturales donde liberar estos animales. Esto genera un bucle que puede condenar a la especie a una existencia que solo sea posible en cautividad, algo que deberíamos considerar un fracaso como sociedad. E incluye una parte de crisis ecosocial; la pobreza, por ejemplo, siempre está muy relacionada con este tipo de problemáticas —es en esta parte de crisis humanitaria en donde  Sonda Internacional tiene más experiencia—. Es muy difícil decirle a una familia que no altere el hábitat de los chimpancés cuando a lo mejor es su única manera de generar un salario o de alimentarse. Todo esto requiere un trabajo muy importante a nivel social. Por eso, siempre que se trabaja en la conservación de especies amenazadas hay que trabajar también con las comunidades que las rodean.

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Fotografía de un chimpancé occidental (Pan troglodytes verus) en Faranah, Guinea, 2022. El chimpancé occidental es la subespecie dentro del grupo con mayor peligro de extinción. Está clasificada como en Peligro Crítico por la IUCN Red List. La deforestación y el furtivismo son algunas de las principales amenazas. La Chimpanzee Conservation Center trabaja en la rehabilitación y liberación de los chimpancés víctimas de estos factores en Guinea. Esta fotografía pertenece al proyecto “Al límite de la extinción: el chimpancé occidental”. © Roberto García-Roa

 

¿Hay muchos centros de conservación? ¿Dónde están? ¿Están surtiendo efecto sus esfuerzos?

Actualmente estoy colaborando con la Pan African Sanctuary Alliance (PASA), que gestiona 23 santuarios repartidos por 13 países del continente africano. Hay también otros centros en África que trabajan en la conservación de los grandes primates. Y yo creo que sí, que su labor está surtiendo efecto. A día de hoy hay alrededor de 250.000 chimpancés, y con un número tan bajo cada chimpancé cuenta. 

No podemos olvidar que, además, muchos de estos santuarios llevan a cabo un trabajo complementario de sensibilización ambiental en las comunidades, a la vez que desarrollan una labor divulgativa a través de las redes sociales para hacer entender al público lo que está ocurriendo con los grandes primates y cómo podemos solucionarlo. Es decir, trabajan tanto a escala local como global.

¿Cómo es trabajar con este tipo de animales? ¿Interactúan contigo?

Como fotógrafo tienes que tomar muchas precauciones para no molestarlos. Son animales rescatados que están en rehabilitación. Hay que fotografiarlos bajo una serie de medidas muy estrictas. Por ejemplo, no se pueden tomar fotografías con flash. En algunos casos hay que fotografiar a los ejemplares a través de la valla porque no te puedes acercar; cuando se trata de chimpancés bebés tienes que ser muy cauto y siempre confiar en el cuidador, que es quien conoce al animal. En el momento en el que pueda haber algún tipo de situación estresante para el chimpancé, tienes que retirarte.

Necesitamos informar para conocer y necesitamos conocer para poder proteger.

¿En algún proyecto tu vertiente científica ha entrado en conflicto con tu vertiente fotográfica?

En ocasiones, cuando estás fotografiando una especie, puede ocurrir que el hecho de darle visibilidad atraiga a más personas que quieran verla o fotografiarla, y eso pueda influir en su bienestar. Es un tema muy complejo repleto de contradicciones. Al final yo siempre llego a la misma conclusión: la gente necesita ver y entender lo que tenemos ahí fuera para querer protegerlo. 

Te voy a comentar un caso muy concreto. Hace tres años publiqué en National Geographic un artículo sobre un insecto cavernícola que se acababa de descubrir: el hada de los bosques valencianos (Valenciolenda fadaforesta). El mostrar este insecto podría hacer que la gente quisiera ir a verlo a las cuevas y esto quizás ocasionar algún perjuicio para la especie. Es algo que ya no puedes controlar como fotógrafo. Y lo que queda, casi siempre, es lo positivo. En primer lugar, este proyecto ayudó a difundir la importancia de esta especie para la ciencia. Además, las fotografías que tomé sirvieron tanto para aumentar el conocimiento sobre esta chinche cavernícola como para inspirar nuevas investigaciones científicas. La publicación del artículo divulgativo promovió que fuera entrevistado en diferentes medios, en donde tuve la oportunidad de hablar sobre la importancia  de los ecosistemas de cuevas y su biodiversidad. Y es que, desafortunadamente, normalmente pensamos en los bosques, los ecosistemas marinos, la tundra o la sabana africana, pero casi nadie se acuerda de las cuevas. Junto con los ecosistemas marinos, los ecosistemas de cuevas son los más abundantes del planeta; se estima que dos tercios están aún por descubrir. Casi todos los años en España se descubre alguna especie de artrópodo cavernícola. 


Soy de la opinión de que necesitamos informar para conocer y necesitamos conocer para poder proteger. A lo largo de mi trayectoria siempre he tratado de trabajar para que esto suceda.

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Fotografía del hada de los bosques valencianos (Valenciolenda fadaforesta) tomada en Vilamarxant, Comunidad Valenciana, en 2021. Con solo 0,4 cm, el “hada de los bosques valencianos” es considerada un tesoro natural de gran envergadura. Descrito para la ciencia en 2021, este misterioso insecto cavernícola encontrado en unas pocas cuevas entre Valencia y Alicante tiene sus parientes más cercanos a miles de kilómetros de distancia. Su descubrimiento ofrece a la comunidad científica información, viva y real, de un linaje que hasta ahora se creía extinto. Animales como este revelan la necesidad de proteger los ecosistemas de cuevas, que suelen ser los grandes olvidados en programas globales de conservación. Esta fotografía pertenece al proyecto “Descubriendo al hada de los bosques valencianos”, en el cual la fotografía sirvió no solo para ofrecer algunas de las primeras imágenes sobre esta especie, sino para mostrar detalles de su biología hasta entonces desconocidos. © Roberto García-Roa

¿Cuáles son los beneficios de la fotografía de conservación? 

A día de hoy es crucial. Estamos en un momento de crisis medioambiental o ecosocial en el que necesitamos entender y ver qué es lo que está ocurriendo para poder tomar medidas. Como decía al principio, la fotografía es una de las mejores formas que tenemos para ver lo que está ocurriendo, para transferir ese conocimiento. 

Hemos llegado a un punto en el que no podemos ignorar lo que ocurre. No podemos ni debemos estar parados. Esto me influye como científico —por conocer y entender qué es lo que está ocurriendo— y como fotógrafo —por transferir ese conocimiento sobre nuestro planeta—. 

Necesitamos fotografía de conservación, necesitamos fotoperiodismo y necesitamos fotografía de naturaleza. Necesitamos imágenes e información, historias que nos muestren lo que está ocurriendo, con el fin de generar un cambio global positivo.

Te proponemos comentar una fotografía de tu trabajo, la que tú elijas

Le tengo mucho cariño a una fotografía que tomé en Madagascar. En esta isla se producen muchos incendios controlados para el pasto, así que está en un proceso de deforestación brutal teniendo algunos de los índices de endemismos más altos del planeta. La isla es un tesoro natural y se está perdiendo a pasos agigantados. 

Cuando estábamos allí nos dijeron que las comunidades locales generan incendios controlados y que por esta razón era cada vez más complicado encontrar grandes serpientes alrededor de los pueblos: una serpiente no puede salir corriendo por lo que su capacidad de movimiento va a ser muy limitada.  Lo más probable es que vaya a morir en el incendio.  

Una noche encontramos una gran boa arborícola de Madagascar, y para tratar la escena de una manera creativa utilicé una larga exposición con una luz roja que, con una serie de movimientos de mano, parecía generar fuego alrededor de la serpiente. Le tengo mucho cariño a esta fotografía porque por un lado incluye a los “bichos feos” (las serpientes); por otro incluye esa parte de conservación, al tratar sobre una problemática muy concreta; y por último incluye la creatividad, que junto con la fotografía y el conocimiento científico es una de nuestras mejores aliadas para mostrar lo que está ocurriendo.

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Fotografía de una boa arborícola de Madagascar (Sanzinia madagascariensis) tomada en los alrededores del Parque Nacional de Andasibe-Mantadia, Madagascar, en 2019. Los incendios provocados para el posterior uso del suelo en tareas agrícolas son una de las razones que están llevando a la desaparición de la boa arborícola de Madagascar en entornos periurbanos. Debido a su limitada dispersión, estas inofensivas serpientes acaban siendo víctima del fuego. Una linterna roja, una fotografía de larga exposición y algo de creatividad me sirvieron para contextualizar este problema cuando encontramos una gran boa adulta descansando en su rama. Esta fotografía pertenece a un proyecto de largo recorrido en el que documento las diferentes interacciones del ser humano y las serpientes, posiblemente el grupo de vertebrados más temido por nuestra especie. © Roberto García-Roa

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