– El temor de la falta de agua es un tema que se repite asamblea tras asamblea –dice Carlos Soriano, desde la comunidad originaria atacama del pueblo de Susques, zona donde funcionan las únicas dos mineras de litio en producción de la provincia.
Litio: zona de promesas y sacrificios
La explotación del mineral clave para las baterías consume el agua del norte de Argentina.
Eulalio Barconte recorre restos de las tuberías instaladas para las exploraciones de litio en Salinas Grandes de Jujuy.
Resumen del proyecto
#Litio: zona de promesas y sacrificios
Litio: zona de promesas y sacrificios
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17 diciembre 2025
Para comprobar la dimensión del “boom” del litio, disparado por la demanda global de vehículos eléctricos, basta con echarle un vistazo al mapa de catastro minero de la provincia de Jujuy, Argentina, ubicada en lo que el mercado ha bautizado como “el triángulo del litio”. Lo que se ve ya no es un territorio con su topografía, sino un pedazo de tierra cubierto de cuadrados y rectángulos de colores: repleto de rojos —minas concedidas—, de amarillos —solicitud de mina—, de azules —cateos, primera exploración en busca de minerales—. Solo de litio se contabilizan 208 proyectos en sus diferentes estadíos. Desde el satélite, este lugar es una composición de figuras geométricas.
Pero debajo de la geometría hay geografía. Y debajo de los satélites, suenan voces.
— ¿Qué vamos a dejar para nuestra descendencia si dejamos entrar a las mineras? ¡¿Qué agua van a tomar ellos?! –pregunta Catalina Callata en la Laguna de Guayatayoc, parte de la cuenca de Salinas Grandes donde las comunidades originarias collas resisten desde hace más de una década proyectos de litio en su territorio.
— Estamos defendiendo el agua, hermanos –dice unos kilómetros más allá Eulalio Barconte, trabajador de la sal en la misma región.
Desde que la palabra litio llegó a la puna argentina en 2009, se repite el mismo temor: que aumente la escasez de agua -propia de la región- debido al alto consumo que realizan las plantas de extracción de este mineral mediante el método de evaporación con salmueras. Esta técnica consiste en bombear millones de litros de agua salada (salmuera) del subsuelo de los salares y dejarla evaporar durante meses para aumentar la concentración de litio que contiene ese recurso hídrico. Son justamente las condiciones áridas de esta zona las que permiten este método, de bajos costes respecto a otras alternativas y que algunos científicos llaman “una minería de agua”.
El auge de la demanda de este mineral responde a una causa global: la transición energética. El carbonato de litio es esencial para fabricar baterías de vehículos eléctricos. Así, a partir de los compromisos internacionales para alcanzar las emisiones cero, la demanda mundial podría multiplicarse por quince hacia 2050, según proyecciones de ONU Comercio y Desarrollo basadas en datos de la Agencia Internacional de Energía. Al calor del mercado de la electromovilidad liderado por China, y seguido por Europa y Estados Unidos, esta minería se ha vuelto uno de los negocios más rentables del mundo, como señala el economista Carlos Aramayo, uno de los analistas más reconocidos en Argentina sobre la explotación del litio y sus implicancias económicas, sociales y ambientales. “La rentabilidad es extraordinaria: supera la tasa media de ganancia del capitalismo a escala mundial”, dice Aramayo, que también es investigador y profesor emérito de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy.
En Argentina esto se traduce en una minería que crece de manera vertiginosa: a las seis minas de litio ya en operación, se suman casi sesenta proyectos en diferentes etapas de avance. Con una de las mayores reservas del planeta, el territorio argentino se ha vuelto un destino clave para las corporaciones mineras, que han llegado para cambiar la matriz económica y política del norte del país. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, Argentina fue el quinto productor mundial de litio en 2024, y podría escalar al segundo en la próxima década. Un crecimiento impulsado también por los grandes beneficios fiscales y las escasas regulaciones a las multinacionales dispuestas bajo la presidencia de Javier Milei.
Pero la industria del litio no solo impacta en los vaivenes del mercado mundial, sino también en una atmósfera y un medioambiente de carácter inevitablemente global. Las reservas de litio existentes en los salares argentinos —así como en los salares de Chile y Bolivia— forman parte de los humedales andinos, territorios que desempeñan un rol esencial en la regulación hídrica y en la captura de dióxido de carbono del planeta. “Los humedales son nuestro ecosistema terrestre más eficaz para abordar la crisis climática”, afirma uno de los documentos del convenio RAMSAR, único tratado mundial que se centra en la protección de un ecosistema específico por su importancia global. Paradójicamente, hoy una de las mayores amenazas para preservar este valor ecológico es la sobreexplotación del litio, impulsada por la transición energética que busca afrontar la misma crisis climática.
Llamas en el corral de Virgilia, criadora de la Comunidad Santuario Tres Pozos, junto a las Salinas Grandes.
Entre cloacas y oro blanco
Amanece en Susques, un pueblo a 3.600 metros sobre el nivel del mar y que visto desde el satélite parece estar en el ojo de la tormenta del boom minero. Mientras los diez grados bajo cero se aferran a esta mañana de invierno, un agua marrón corre por la avenida principal y bordea la esquina donde se encuentra el hospedaje de Elísea. El olor a azufre confirma el problema de las cloacas sin tratar que hace años denuncia la comunidad originaria atacameña Pórtico de los Andes de Susques, que habita esta localidad.
Sobre esa misma agua marrón, un par de metros más allá, están las ruedas de tres camionetas 4x4 estacionadas con algunas personas dentro. Nachito. Logística y servicios mineros, dice un cartel sobre una de ellas. Es el momento del cambio de turno: mineros que vuelven a sus casas después de un turno de siete días y mineros que se van a trabajar a los salares de Olaroz y Cauchari, ubicados a unos 60 kilómetros del pueblo.
Allí es donde se encuentran las dos únicas plantas mineras de la provincia de Jujuy que hoy producen y exportan carbonato de litio. Una de ellas es Sales de Jujuy, propiedad mayoritaria de la británica Río Tinto, una de las mineras más grandes del mundo. La otra es Exar, propiedad mayoritaria de Ganfeng Lithium, de origen chino, y de Lithium Argentina, de capitales canadienses. En ambas minas, la empresa Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (JEMSE), creada por el gobierno provincial, participa con un 8,5 % de las acciones.
Producción Olaroz
Aunque cada pueblo cuenta con su municipio, las diez comunidades atacamas de la región son el interlocutor con el que negocian las mineras para instalarse en sus territorios, generalmente con ayuda del propio gobierno provincial. Pero la situación y los beneficios que reciben de las empresas varían mucho, diferencias que han generado división entre las comunidades.
Imágenes satelitales, realizadas en 2009 y 2024, de las instalaciones de las mineras Exar y Sales de Jujuy, en el Salar de Olaroz Chico, provincia de Jujuy, Argentina.
Imágenes satelitales, realizadas en 2009 y 2024, de las instalaciones de las mineras Exar y Sales de Jujuy, en el Salar de Olaroz Chico, provincia de Jujuy, Argentina.
Unos 500 millones de dólares por año es la ganancia operativa aproximada que obtienen entre las minas Sales de Jujuy y Exar, con una producción actual de unas 50.000 toneladas de carbonato de litio, según detalla el economista Aramayo.
El agua marrón sigue corriendo sobre la calle. Las camionetas, ya completas, arrancan.
El comunero Carlos Soriano nos recibe en la oficina de la comunidad originaria Pórtico de los Andes de Susques que representa. Cuenta que cuando llegaron las mineras a pedir autorizaciones, su pueblo fue el último en aceptar, especialmente por el temor a quedarse sin agua. A partir de esa negativa, las empresas empezaron a hacer hincapié en otros pueblos. Ahora sólo tienen convenio con la minera Exar por servidumbre, como comunidad vecina.
—Las mineras acceden pero poquito: estamos hablando de cuarenta mil dólares anuales –dice Carlos y agrega que con eso solo pudieron comprar una máquina para la construcción.
La mano de obra local que contratan las corporaciones también es escasa, dice Carlos. Y enumera la gran cantidad de problemas que tienen en educación y salud por falta de recursos e infraestructura.
— Hoy la comunidad de Susques tendría que estar brillando, ¡tiene las dos mineras más grandes del mundo al lado! –dice. Pero las regalías mineras que se pagan al gobierno provincial no están volviendo a las comunidades, denuncia.
El economista Aramayo explica que la ley impositiva del país se maneja a favor de las empresas: “En el caso de Jujuy es escandaloso: están pagando al gobierno el 0,3% de regalías”. La Ley de inversiones mineras sancionada en 1993 permite cobrar regalías de hasta el 3% de las ganancias de las empresas. Un año después, una reforma de la constitución otorgó a las provincias la titularidad del subsuelo: desde entonces, son los gobiernos provinciales y no el Estado nacional quienes negocian condiciones con las mineras. Para el economista, este es el mayor obstáculo para transformar la minería en un ingreso justo y soberano para Argentina: “Para un monopolio como Río Tinto, es fácil negociar con gobiernos locales débiles, que además tienen permitido un enriquecimiento veloz”.
Además de las dos minas en funcionamiento, la región de Susques tiene una gran cantidad de proyectos en trámite. Uno de ellos es de la empresa estadounidense Austroid, que según cuenta Soriano ya tiene aprobación dentro de las propiedades de la comunidad para extraer litio, a lo que se suma un acuerdo con la empresa Lítica para la exploración de tierras raras.
Salinas Grandes de Jujuy.
Entre aguas y baterías
Las dos plantas de las mineras Exar y Sales de Jujuy se encuentran en los salares de Cauchari y Olaroz, en la ruta que separa el pueblo de Olaroz del pueblo de Susques. La recorremos junto a Elísea, tesorera de la comunidad originaria de esta última localidad.
La Cooperativa de Mineros Salinas Grandes es una fuente de trabajo fundamental para comunidades originarias de la zona que viven de la extracción artesanal de sal. Este paisaje único, símbolo cultural del pueblo Kolla, enfrenta hoy el avance de proyectos de litio que buscan aprovechar su potencial para ese mineral.
La de Sales de Jujuy fue la primera mina de litio en empezar a producir en Jujuy y la segunda en hacerlo en Argentina, en el año 2015. Un gran cartel azul da la bienvenida al yacimiento, con los nombres y logos de las empresas Toyota y Allkem, aunque esta última dejó de existir luego de fusionarse con la empresa Livent formando la corporación Arcadium Lithium, que hace un año fue comprada por la inglesa Río Tinto. Hoy, esta firma es la dueña mayoritaria de Sales de Jujuy, con el 66,5% de las acciones, mientras que Toyota Tsusho mantiene el 25% de las mismas y participa como agente comercial a través de su actividad central en la industria automotriz global. El restante 8,5% de las acciones pertenece a la sociedad estatal JEMSE.
Nos conformamos con observar desde lejos, ya que la empresa respondió negativamente al pedido de visitas o entrevista periodística que realizamos formalmente.
Desde el coche, distinguimos el azul de los grandes piletones de evaporación, que según Sales de Jujuy suman 70 y ocupan 1.500 hectáreas. Elísea nos señala del otro lado de la ruta, entre las montañas que se encuentran frente a las plantas, y recuerda que antes allí se veía el blanco del agua congelada.
— Eso era de las vertientes, donde sale agua natural de la tierra, y las vegas son el pasto verde que crece alrededor, que con los años se empezó a secar. Las vicuñas ya no se ven como antes en esta zona.
Según un informe de la minera Exar, durante el año 2024 su planta tuvo un consumo promedio de 74 litros de agua por segundo. Con lo que la mina consume en un año, -2.334 millones de litros- las 4.000 personas que habitan el departamento de Susques podrían vivir más de 15 años. Las empresas refieren que se trata de “agua industrial”, pero Walter Díaz Paz, ingeniero en recursos naturales y medio ambiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), aclara que se trata en realidad de agua dulce que las comunidades locales usan para consumo humano y/o animal y representa su única fuente de aprovisionamiento. Por eso, una de las mayores preocupaciones de los pueblos originarios se relaciona con el agua que necesitan para la cría de llamas y ovejas, actividad ancestral que realizan la mayoría de las familias de la región.
Además, este método de extracción consiste en bombear cerca de 1.700 litros por segundo de salmuera del subsuelo, cuya evaporación representa la mayor huella hídrica de las plantas de litio estimada por Díaz, ya que la salmuera es un componente vital del ciclo hidrológico de este ecosistema.
Frente a estos impactos, existen otros métodos para evitar la evaporación. Uno de ellos es la extracción directa electroquímica, desarrollado justamente en Argentina por el doctor en Ciencias Químicas Ernesto Calvo, y patentado bajo nombre del CONICET y la Universidad Nacional de Buenos Aires. Este método permite obtener el mineral más rápido y usar menos cantidad de agua, pero existen dificultades para poder escalarlo a nivel industrial.
Otros métodos de extracción directa de litio se utilizan hoy en dos plantas de Argentina, una de ellas propiedad de ERAMET, empresa francesa y la primera firma europea en producir carbonato de litio para baterías a escala industrial.
A medida que avanzamos, el viento aumenta y un polvo blanco empieza a cubrirlo todo. Según la tesorera de Susques, es la cal usada por las literas, una preocupación planteada por su comunidad al gobierno por la contaminación que provoca, pero sin lograr respuestas. Otra preocupación es el tratamiento de los residuos: Exar declara que en su planta se produjeron 109 toneladas de residuos peligrosos en 2024, que incluyen plomo (baterías de vehículos).
Comunidad de Olaroz junto a la minera Sales de Jujuy. En esta comunidad gran parte de la población trabaja directa o indirectamente en la actividad minera.
Entre originarios y mineros
El asfalto que recorre las minas acaba entre las casas del pueblo de Olaroz, ubicado a 4.200 metros de altura, y a solo 20 kilómetros de las plantas de litio. Las casas en construcción y las camionetas 4x4 estacionadas evidencian que esta comunidad originaria está en pleno crecimiento y transformación. Pero sus 150 habitantes son difíciles de encontrar: por un lado, el frío extremo de esta época deja el pueblo prácticamente vacío y la escuela cerrada; por otro, en los últimos años muchos han mejorado sus ingresos como proveedores o empleados de las minas y se han ido a vivir a la ciudad.
Cruzamos un puente ancho que parece recién estrenado, pero donde solo corre un hilo de agua. Justo al frente, está la casa del secretario de la comunidad originaria Walter Soriano, que nos recibe en un amplio comedor con un televisor plasma donde pasan videos de música pop a todo volumen.
Además de ser secretario, Walter es uno de los proveedores de las mineras de litio: tiene una empresa de construcción y mantenimiento. Antes también fue empleado, y su hermana, su única familia, actualmente trabaja allí.
Ya desde sus orígenes Olaroz fue territorio minero. Sus primeros habitantes trabajaban en una mina de oro, que dejó de ser rentable. Fue alrededor del año 2010 que llegaron las mineras de litio a buscar la aprobación de las comunidades, gran parte de las cuales inicialmente se negaron. Desde Olaroz, en cambio, defendieron los proyectos porque el litio es diferente, dice Walter, una “nueva minería”.
— Hemos crecido mucho. Hace 15 años era otra cosa y hoy tenemos un panorama totalmente distinto. Nos costó mucho unir lazos al principio, porque para nosotros ha sido nuevo esto de que crece la minería, crece la comunidad.
Las mineras llaman a este lema “valor compartido”, área desde donde dialogan con la comisión de la comunidad. Trabajamos de la mano, dice el secretario, y empieza a enumerar los beneficios que ha traído la minería: mano de obra, contratación de proveedores locales, campañas de vacunación, edificios como la escuela técnica, una cancha de césped sintético, una sala de música, apoyo para fiestas o eventos rituales. En cuanto al gobierno provincial, afirma que tienen buena relación y que algunas obras se hacen entre las tres partes: un poquito pone la comunidad, un poquito la minería, un poquito el gobierno.
Sobre las consecuencias de esta industria en el ambiente, Walter dice que seguramente hay un impacto en el agua. Pero describe que desde siempre en esta zona hay tiempos de sequía que obliga a sus pobladores a subir el ganado a los cerros donde se encuentran las vegas, reservorios de agua y vegetación de la Puna.
Unos veinte trabajadores de chalecos naranjas entran al salón y se ubican con naturalidad en las dos mesas redondas del comedor. Un mozo se acerca a servirles, mientras Walter sigue concentrado en la charla.
— Tenemos muchos pedimentos. No es solamente dos mineras, son varias; algunas están en etapa de exploración, otras de explotación. Con tema de litio ahora se está sintiendo la baja por el precio, porque nosotros crecemos como proveedores locales, ojalá que se reactive…
Aunque el precio del mineral cayó en los últimos años, según Aramayo el negocio del litio probablemente va a continuar creciendo debido a los planes de China y Europa de conversión de su parque automotor a vehículos eléctricos. De hecho, agrega, la Unión Europa aparece con una influencia y atención evidente sobre esta región y con presencia en las comunidades.
El ruido del murmullo y las sillas en movimiento se ha calmado y solo permanece el sonido metálico de los cubiertos. Los trabajadores comen en silencio.
Un grupo de líderes y lideresas comunitarios marchan desde las comunidades de la Quebrada de Humahuaca hacia la capital San Salvador de Jujuy, en conmemoración de la represión ejercida por el Gobierno de la provincia en junio de 2023.
Almuerzo entre comunidades
Quienes conforman la Mesa de las 33 Comunidades de la Cuenca de las Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc también almuerzan, en un salón viejo y con charlas efusivas en todas las mesas. Se han reunido en el pueblo Santuario Tres Pozos para realizar la asamblea que repiten cada mes. Estamos en la otra gran región de la puna jujeña acechada por los proyectos de litio y cuyos pobladores originarios resisten esta minería en su territorio.
En una de las mesas, Ofelia Cañari, de la comunidad Cerro Bayo, habla de Gerardo Morales, el exgobernador de Jujuy que impulsó la minería de litio y una reforma de la constitución provincial aprobada en 2023 con una represión feroz, después de casi dos meses de un corte de ruta en la entrada a los salares. El nivel de violencia policial fue tal que trascendió en el mundo: Amnistía Internacional denunció que hubo cientos de heridos, detenciones arbitrarias y violación de los derechos humanos de la población.
La reforma tiene una relación directa con los intereses por el litio en estos territorios: entre otras cosas, establece que los terrenos fiscales habitados por comunidades originarias que aún no hayan sido legalmente entregados a sus legítimos dueños, pertenecen al Estado provincial y tienen un destino productivo.
Dicha reforma viola la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que defiende los derechos de los pueblos originarios de ser consultados y participar antes de adoptar leyes que los afecten o autorizar proyectos en sus tierras. La abogada de las comunidades Alicia Chalabe cuenta que hasta hoy estos derechos no se cumplen, por lo que quien termina fijando las condiciones para aprobar las mineras es el gobierno provincial.
— Nosotros hicimos el corte en Purmamarca para reclamar por las tierras comunitarias. Pero nos dimos cuenta que la preocupación del gobernador era que la cal no llegaba hasta las literas en Olaroz; como habíamos cortado la ruta no tenían por dónde llevarlo. Y ahí vino la represión –dice Ofelia en referencia a los camiones que viajan desde una cantera hacia las plantas con la cal que necesitan para obtener y purificar el litio.
Ofelia Cañari, integrante de la Mesa de las 33 Comunidades de la Cuenca de las Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc.
Después, recuerda que cuando las comunidades empezaron a organizarse en 2010 frente al avance de las mineras, ni siquiera sabían qué era el litio.
— Venían queriendo convencer, siempre nos dividían. Pero no era tan fuertes como ahora que ya han entrado, porque el negocio lo hacen con dirigentes y comuneros, que por haber firmado les dan mucha plata, camionetas, cosas materiales.
Salinas Grandes de Jujuy.
Trabajo entre la sal
La cría de llamas y ovejas es desde siempre la actividad central para las familias que habitan Salinas Grandes, ya sea para su propia alimentación, para la venta o para la producción de tejidos artesanales, que logran comercializar mediante emprendimientos turísticos de sus comunidades.
A la ganadería y el turismo como medios de vida, se suma también la extracción de sal, un bien que abunda en estas salinas, allí donde el suelo blanco se ve interrumpido por otros mineros: los trabajadores de la cooperativa de sal gestionada por las comunidades de Santuario Tres Pozos, Pozo Colorado y San Miguel de Colorado. Eulalio Barconte, uno de sus trabajadores y fundadores, aparece con su mameluco azul para recibirnos, y justo detrás sale el último camión que han cargado, con 28 toneladas de sal que viajarán a Paraguay.
Eulalio cuenta que fue en la década de 1980 cuando su suegro, Simón Chávez, tuvo el impulso de formar esta cooperativa para que la gente de las comunidades pudiera trabajar y no tuviera que irse.
— En ese tiempo no estaba el litio, no estaba nada –dice el trabajador y cuenta cómo echaron a los primeros empresarios que aparecieron en esta zona con interés en ese mineral.
Según Chalabe, abogada de estas comunidades desde hace 15 años, hoy ya existen cientos de pedimentos mineros de litio (unidad mínima para iniciar proyectos en determinado sector) entre Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc. Frente a ello, sostienen diversos reclamos judiciales contra el Estado provincial y contra empresas para hacer respetar la negativa de quienes viven en estos territorios.
A pocos metros de la cooperativa, en el Parador Turístico, está una de las diez hijas de Eulalio. Vicenta trabaja allí, en otro emprendimiento creado por las comunidades para no tener que irse o aceptar la minería por falta de trabajo. Este parador, cuenta, empezó hace ocho años y antes de eso casi no venían turistas a las salinas. Ahora, el movimiento es constante.
Vicenta cuenta que viene solo una vez a la semana porque vive en un campo, donde cuida sus 40 llamas. Está en Rinconadillas, una de las comunidades de Salinas Grandes que hoy está enfrentada al resto por haber aceptado la instalación de una minera de litio en su territorio en 2024. No fue la única. Después de una década de rechazo, en los últimos años tres mineras consiguieron la aprobación para iniciar exploraciones en la zona. Todas ellas son petroleras: la primera fue Pan American Energy, que consiguió apoyo de la comunidad de Lipán, otra es Pluspetrol, con acuerdos con las comunidades Sauzalito y Quera, y por último la mina Tecpetrol, en Rinconadillas.
— Han empezado a llegar mineras pero ahora se están yendo -dice Vicenta-. Dicen que no han encontrado suficiente litio...y hace 15 días empezaron a levantar todo.
De la empresa Pan American Energy también se dice que se retiró por el mismo motivo, pero según la abogada de las comunidades no existe ninguna confirmación formal: “Para mí son versiones para correrse al centro del salar, una zona muy en disputa porque se supone que ahí habrá más concentración de litio, pero no logran la autorización porque es de la cooperativa de sal”.
Cuando Eulalio termina su trabajo, nos acompaña a ver los caños que una minera de litio dejó abandonados justamente en esa zona de disputa, después de que las comunidades le hicieran un juicio que le impidió instalarse en 2010. Era la minera Exar, la que ahora funciona en Olaroz.
Ritual del Inti Raymi, en Salinas Grandes de Jujuy.
Atardecer entre ovejas
- ¡Ahí nomás Franco! ¡Vení! –grita Catalina Callata a su sobrino, que intenta arrear las ovejas en un campo de la comunidad originaria de Tusaquillas, ubicada en la región de la Laguna de Guayatayoc y parte de la Mesa de Comunidades de Salinas Grandes.
Catalina es tesorera de esta comunidad kolla que hoy se encuentra en un momento clave del conflicto minero: la empresa Advantage Lithium Argentina, ligada a Sales de Jujuy, está intentando iniciar aquí oficialmente la etapa de exploración.
— Todos esos campos ya están “cateados”, como dicen. La otra vez era Rinconadillas, un poco más lejitos, pero ahora está todo ahisito ya –dice Catalina en referencia a las exploraciones preliminares que ya están comenzando en su territorio.
Para ella, la mejor resistencia frente a las mineras es estar aquí, día a día en el campo cuidando los animales.
— El gobierno no nos valora, nos dicen “en la Puna no hay nadie…” Mentira: yo tengo 200 ovejas y mis llamas para allá arriba. Toda la vida nosotros hemos vivido aquí –dice Catalina entre lágrimas y con la voz entrecortada-.
Por la lucha contra la minería, la tesorera también fue a una reunión en San Pedro de Atacama, donde participaron comunidades de los tres países que conforman el llamado triángulo del litio: Chile, Bolivia y Argentina.
— Chile hace 40 años que trabaja con el litio y ya están viendo las consecuencias. Ahora ya tienen estudios hechos de nivel de agua, ¿pero para qué les sirve si ya todo está reducido?
Entre los estudios que menciona Catalina destaca una investigación realizada por el Departamento de Geología de la Universidad de Chile, que concluye que las extracciones de salmuera están hundiendo el Salar de Atacama a una tasa de entre 1-2 cm por año. Otro estudio demostró que los niveles de agua subterránea han caído más de 10 metros en los últimos 15 años.
De este lado de la cordillera, aquí en Tusaquillas, el agua dulce está muy cerca del suelo que pisamos: con un pozo construido a solo tres metros de profundidad, Franco Vedia y su familia obtienen el agua que usan para cocinar y para sus animales.
A las siete de la tarde, la luz se esconde bajo el horizonte del salar. Es 21 de junio: la noche más larga, el solsticio de invierno en el hemisferio sur, el año nuevo de esta parte del mundo. Por eso, en el amanecer, las comunidades originarias de la puna saldrán a recibir los primeros rayos en el Inti Raymi, expresión quechua que significa la Fiesta del Sol.
Un ritual que cada año se repite para agradecer y pedir por la fertilidad de la tierra y la protección del territorio.
Un recordatorio de los procesos cíclicos de la vida, y también de la inevitable conexión entre las diferentes geografías de un mismo planeta; el desafío compartido de una crisis climática que amenaza inviernos y veranos en este gran ecosistema llamado Tierra.
Los sacrificios ecosociales impuestos por el boom del litio, originado en un intento de dar respuesta a este desafío climático desde los países del Norte Global, deja en evidencia que cualquier transición ecológica requiere ir más allá de reglas del mercado y brechas geopolíticas para construir soluciones integrales, centradas tanto en los ecosistemas como en quienes los conocen y habitan.
Salinas Grandes de Jujuy.