junio 7, 2023
El agua es indispensable para la vida, pero la primera frase que abre el número anual en papel de Revista 5W es la siguiente: “Nos da la vida, pero también nos puede matar”. Con el título Agua, el monográfico anual de 5W hace un recorrido a través de la crónica y la fotografía por distintos aspectos relacionados con el líquido elemento: desde el agua en los conflictos hasta la contaminación, la desigualdad o, por supuesto, la crisis climática.
Detrás de la edición gráfica de 5W está la fotoperiodista Anna Surinyach (Barcelona, 1985), cofundadora de esta revista de crónica y fotografía. Su trabajo pone el foco en cuestiones de migraciones, personas refugiadas y derechos humanos. Ha trabajado en África, Asia y Latinoamérica cubriendo movimientos de población y crisis humanitarias. Ha publicado en medios nacionales e internacionales, además de codirigir los documentales Misbah y #Boza.
Hablamos con ella en una cafetería de Barcelona, con el sol de mediodía entrando por la ventana, el traqueteo del camarero organizando las sillas en la sala, los cubiertos chocando entre sí y la música de fondo en el local. El olor a café y las idas y venidas de los clientes acompañan la escena.
¿Por qué elegisteis el tema del agua para el nuevo número en papel de 5W?
Hacía un par de años que estábamos pensando en hacer un número medioambiental. Al principio pensamos en hacer un número que íbamos a titular Planeta, pero vimos que el tema era demasiado amplio. Así que decidimos tomarnos un año más para definir mejor cómo podíamos abordar un número centrado en el medioambiente de una manera coherente. Cuando empezamos a investigar y buscar historias vimos que el agua era uno de los elementos clave para ayudarnos a abordar este tema. Este ha sido, a la vez, el número más fácil y más difícil para nosotros. Difícil porque se aleja de los temas que estábamos acostumbrados a tratar en la revista: conflicto, migraciones, derechos humanos. Fácil porque nos dimos cuenta de que centrando el número en el agua volveríamos a hablar de todos estos temas.
A nivel gráfico el reto más difícil no ha sido encontrar temas que encajaran, sino elegir bien los temas. Ha sido el número en el que más propuestas he recibido. Me he dado cuenta de que hay muchas fotógrafas y fotógrafos que han centrado sus trabajos alrededor del agua. Y eso ha hecho que haya disfrutado y aprendido mucho con la edición de este número.
¿Qué temas abordáis en un monográfico como este?
Nos hemos dado cuenta de que el agua lo atraviesa todo. Nos da la vida pero también nos puede matar. En la revista vemos cómo el agua es un bien estratégico en los conflictos. Lo estamos viendo en la guerra de Ucrania, en la que Rusia ataca puntos relacionados con el acceso al agua, como las presas. El número habla también de las desigualdades en torno al acceso al agua. Esto se refleja en el tema de la fotógrafa de Sanne Derks “Las brigadas del agua en Cuba”, donde nos muestra piscinas llenas en resorts de la Habana, mientras a tres kilómetros hay camiones que llevan agua a partes de la ciudad donde ésta no llega. También lo vemos en el tema “Aguas amargas” de Martín Caparrós, junto al fotógrafo Simone Dalmasso, en Guatemala. Vivimos en un planeta donde abrir el grifo es un privilegio.
Abordamos también el tema de los pesticidas en España, las disputas desencadenadas por la gestión del río Nilo y las inundaciones a nivel mundial. Este último con el trabajo del fotógrafo Gideon Mendel, un trabajo que ya conocía previamente y que quise que formara parte de este monográfico.
Los ensayos de Noor Ammar Lamarty “Las mujeres que se miraban en el agua” y el de Mónica G. Prieto “Beber pronto será cosa de ricos” ponen sobre la mesa cifras relacionadas con el acceso al agua y la desigualdad de género en torno a este tema muy alarmantes.
También me interesó mucho la entrevista que Marta Arias hace al científico marino David Costalago, en la que afirma que “cada día desaparecen especies en el mar que ni siquiera hemos llegado a conocer”.
‘Lo estamos viendo en la guerra de Ucrania, en la que Rusia ataca puntos relacionados con el acceso al agua, como las presas’
¿Qué fotografía destacarías de este número?
Uno de los temas que más me ha gustado encontrar y editar es “Un ojo del mundo que se cierra”, de la fotógrafa iraní Solmaz Daryani. El tema nos muestra la extinción del lago Urmía, en el noroeste Irán. Solmaz lo aborda de una manera muy personal; es el lago donde han vivido toda la vida sus abuelos. Ella misma se crio junto al lago. Su abuelo tenía un hostal frente a sus orillas. La fotógrafa cuenta que desde 1972 el lago ha perdido el 88% de su superficie y volumen.
En este tema hay una imagen que a mí me atrapó especialmente: en ella se ven las manos de la abuela de la fotógrafa tocando el fondo del lago Urmía. La fotógrafa cuenta que, mientras tocaba el fondo, su abuela decía: “Nunca pensé que tocaría con las manos el fondo del lago en un punto tan profundo”. Este lugar tenía hasta cinco metros de profundidad antes de que se secara. Esta foto tiene mucha potencia, es una foto en la que se sugiere. Además tiene algo que es la idea de este número: alejar de la mente la imagen del agua azul, preciosa, turquesa. Al final, el agua que consumimos, el agua que nos mueve, el agua que reina en el mundo es un agua sucia, subterránea, marrón. Yo asocio el agua más al color marrón que al azul.
Dices que cuando piensas en agua, imaginas un agua más marrón que azul. ¿Te ha pasado después de hacer este número, o siempre la imaginabas así?
No lo había reflexionado demasiado, la verdad. Sí recuerdo una imagen —que no está en este número— de Juan Carlos Tomasi, con quien hicimos El compromiso a la fotografía [el nº 6 de la colección “Voces” de Revista 5W]. Cuando yo empezaba a trabajar en Médicos Sin Fronteras él hizo un viaje con Bru Rovira a Etiopía en el que enseñaban el agua que bebía la gente: hay una foto donde se ve un vaso lleno de agua absolutamente marrón. Esa foto me impactó mucho. Cuando empezamos a hacer este número me venía a menudo a la cabeza.
Tras haber hecho el número, creo que este extracto del editorial sintetiza muy bien lo que hemos perseguido durante el proceso de edición: “Aguas azules, aguas turquesas, aguas cristalinas.
Nuestro inconsciente colectivo reclama que el agua se nos presente con un despliegue cromático que tiene más que ver con los resorts turísticos y las playas paradisíacas que con su versión terrosa: la más habitual y mundana. Por eso esta revista no intenta asombrar en sus crónicas, entrevistas, ensayos o fotografías con una imagen exclusivamente preciosista del agua, sino que explorar el contacto humano con uno de los elementos más preciados y a la vez más presente en nuestras vidas”. El agua pocas veces es pura”.
¿Cómo fue el proceso de elección de la portada?
Muy a mi pesar: democrático [ríe]. La foto de portada es la única foto que se somete a votación en el proceso de edición gráfica de la revista en papel. Normalmente hago tres propuestas. A lo largo de estos años he intentado que la fotografía de portada no sea muy explícita, he procurado encontrar imágenes que sugieran y que no sean evidentes, que inviten a la reflexión. Los fundadores de 5W, que són quienes votan la foto de portada año tras año, suelen detectar cuál de las tres es la fotografía que yo prefiero y generalmente suelen compartir mi elección. Pero este año no ha sido así. De las tres imágenes que propuse, dos eran de Fernando Moleres, quien tiene un trabajo espectacular sobre el derretimiento de los glaciares, y la otra era la fotografía de las manos de la abuela de Solmaz Daryani. Ganó por mayoría absoluta la fotografía de Fernando Moleres. En ella Fernando nos muestra una cueva cavada por un río subterráneo a lo largo de los años en las entrañas de un glaciar en Islandia.
¿Cuáles son los mayores retos a la hora de fotografiar el medioambiente y la crisis climática?
Hay temas fotográficos [sobre medioambiente y crisis climática] con una doble lectura, una complejidad y una estética increíbles. Y diferentes aproximaciones: por ejemplo, [en Agua] Gideon Mendel lo hace con retratos; Sanne Derks, que ha fotografiado las brigadas del agua en Cuba, lo hace de una manera mucho más reportajeada; Solmaz Daryani lo hace mezclando documentos históricos con fotos actuales y el álbum familiar.
El lema de 5W es “pequeñas historias, grandes explicaciones”. Fotografiar pequeñas historias que te llevan a fenómenos complejos es una manera de fotografiar el cambio climático. En muchas ocasiones el cambio climático es muy visual. Se ve por ejemplo en el reportaje de “Yakarta se hunde”: han hecho un muro en el mar, hay contaminación, puedes ver montañas de basura… Es muy impactante. Pero lo difícil es encontrar triples lecturas a esto y contar la complejidad de estos fenómenos. Yo soy partidaria de que las fotografías generen preguntas. Una foto no te va a contar el cambio climático, pero sí te va a hacer reflexionar sobre ello.
¿Crees que el periodismo en general, y el periodismo visual en particular, están consiguiendo transmitir la dimensión de esta emergencia?
Sí, creo que hay temas muy buenos. También es porque es algo que nos está afectando a todos: Agua llega en un momento en el que hay una crisis de agua brutal en nuestro país. El otro día fuimos a Albacete a presentar la revista y se generó un debate por temas locales que sufren allí. Y esto está muy bien: que la revista hable de problemas de acceso al agua a nivel global y en las presentaciones se generen debates locales. Esto quiere decir que el tema está vivo y que todo está relacionado.
A veces contar cosas que no son evidentes visualmente es muy complicado: por ejemplo, si quieres contar la contaminación del aire de Barcelona… Haces la foto de la neblina, ya la tienes, ¿y entonces qué? Para llegar más allá hay que leer mucho, pensar mucho. Eso es lo que nos mantendrá vivos en nuestro oficio.
‘Fotografiar pequeñas historias que te llevan a fenómenos complejos es una manera de fotografiar el cambio climático’
¿Cuál es el proceso que sigues para elegir una fotografía? ¿Y un reportaje?
Edito de forma diferente los temas que son puramente fotográficos, y los temas que son texto y foto. Cuando se trata de crónicas de texto que encarga Agus [Morales], yo busco a una fotógrafa o fotógrafo que haya trabajado el tema o que lo haya hecho directamente con el periodista que propone la historia, o de forma paral de esta manera suele ser más fácil todo, o de manera paralela.
Por ejemplo, en la crónica sobre el Nilo [“El río más deseado”], la periodista Nuria Tesón y el fotógrafo Roger Anis no trabajaron juntos, pero sí trabajaron el mismo tema. De hecho, Nuria Tesón se inspiró mucho en el trabajo de Roger Anis, que hace muchos años que fotografía el río Nilo. En casos como este yo hago una selección de imágenes. Como son temas muy largos, los fotógrafos suelen tener mucho material y distintas ediciones: de cien, de ochenta, de cincuenta fotografías… Cuando les pido el material me preguntan si quiero la edición larga o corta. Yo siempre pido la larga, siempre.
Pero cuando los temas son fotográficos y están muy trabajados, como en el caso de los que publicamos, el fotógrafo suele tener sus ediciones hechas. Y son ediciones que funcionan; lo único que tengo que hacer yo es que funcionen en la revista. Para mí, lo más difícil es descartar y, una vez lo he hecho, asegurarme de que todo lo que quiero abordar se aborde.
¿Cuáles son los requisitos/estándares que tiene que tener una imagen para que la elijas para la revista en papel? ¿Son diferentes estos requisitos cuando es para una publicación en web?
Para la web es una secuencia, vas viendo las fotografías una detrás de otra. En papel hay maquetación. Esto es básico, por lo que no se edita igual. El proceso sí es el mismo: el primer barrido, el descarte, la propuesta al fotógrafo, la negociación… Pero la manera de contar varía dependiendo del formato.
¿Cuál ha sido el mayor reto visual que has afrontado a la hora de hacer la edición gráfica de esta revista?
En todos los reportajes hay fotos potentes que se han quedado fuera, porque al final lo que hay que mirar, aparte de que haya variedad visual y que no se repitan las imágenes, es que no sea reiterativo, que esto pasa mucho. De hecho, hasta el número 5 (Odio) la revista tenía una estructura muy fija: prácticamente el número de fotos era similar en cada reportaje, y el mismo número de páginas para todos los reportajes. Lo teníamos muy estandarizado y yo al final notaba que estaba metiendo cosas que a lo mejor no metería, pero lo estaba haciendo por la plantilla. Ahora, que no seguimos tanto este esquema más cerrado, nos cuesta un poco más la maquetación, pero es mucho más libre. Si un reportaje me da para diez dobles, no me voy a inventar catorce: el reto está más en equilibrarlo con las páginas totales, pero ya no tengo esa limitación. Para mí el reto es no meter nada que sobre o que se repita.
¿Qué temas te gustaría publicar en la revista?
Intento buscar temas que estén bien trabajados, que tengan sentido, tanto a nivel estético como de contenido. En 5W no solemos estar marcados por la actualidad, pero muchos de los temas que publicamos no pierden interés informativo, intentamos publicar temas que no caduquen.
Me interesan mucho aquellos trabajos que abordan temas que suelen ser comunes entre nuestros colaboradores; migraciones, sequía, protestas… en los que la fotógrafa o el fotógrafo ha encontrado un ángulo que me sorprende o que me hace ver algo que desconocía.
Mi “background” es muy periodístico y he crecido con la idea “del instante decisivo” y la fotografía única que cuenta una historia, pero cada vez me interesan más las narrativas, el cómo se plantea una historia, cómo se cuenta. Cada vez necesito más imágenes que dejen reposar, que te hagan reflexionar. Hace tiempo que me fijo mucho en proyectos que juegan con “archivos” para contar historias.
También trato de publicar a fotógrafos locales, la fotografía tiene ese poder, es un lenguaje universal y eso me abre un abanico de posibilidades que a veces no hemos sabido aprovechar lo suficiente. Me encantó publicar “El vacío de Siria” de Carole Alfarah o el trabajo de Hanna Reyes Morales sobre la Filipinas de Duterte. Creo que estamos en un momento donde no solo se ha democratizado la fotografía, también se diversifican cada vez más las miradas.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Estoy trabajando en un tema que desde hace tiempo tenía muchas ganas de investigar y abordar, pero para el que me ha costado mucho encontrar financiación. Se centra en las personas migrantes que desaparecen en el mar intentando llegar a Europa. Sigo trabajando en él, pero creo que por fin he dado con el título, se va a llamar Mar de luto. Espero poder presentarlo a finales de 2023.